El secreto de la cadena Puku Puku para no dejar de crecer

Fotos: Fabiola Valle

La próxima parada del pajarito será en Arequipa. Puku Puku es un término quechua para un pajarito que canta muy temprano para despertar al campesino y al pastor de los andes para que no se pierda la maravillosa salida del sol. Bajo esa lógica, la cadena de cafeterías Puku Puku busca despertarnos con su café de distintos orígenes.

Desde que inauguró su primer local, en 2013, hasta hoy,  Puku Puku ha crecido en todo sentido: tiene dos locales en Miraflores, uno en Patio Panorama (Surco) y otro en San Isidro. Su marca es poderosa, sus clientes son fans, manejan una elegante línea de merchandising y no descuidan ni la calidad del producto, ni el objetivo de respetar la naturaleza. Estos años han sido de exploración y crecimiento.

La cafetería de Pardo y Aliaga, en San Isidro, es una de las más amplias y, para muchos, la más acogedora para compartir con amigos o la familia por sus diversos espacios. Lo cierto es que cada local tiene su encanto, y el secreto de su éxito quizás se resume en una sola palabra: COMPROMISO.

«Solo buscamos café de micro lotes, que son lotes pequeños por debajo de los 10 quintales ,cosechados con mucho cuidado y dedicación y nunca mezclados con otros tipos de café, es decir, tiene origen único», se indica en su web, donde encontramos desde un libro virtual para entender su responsabilidad social, y detalles sobre lo que ofrecen al cliente.

En Puku Puku exploran zonas montañosas de ceja de selva ubicadas entre los 1300 a 2000 msnm.

Un dato importante es que construyen sus locales  con más de 50% de material reciclable.  En Puku Puku proponen reusar, reciclar y reducir. A través de los locales pretenden inspirar a otras personas a que también respiren y se contagien de una consciencia verde y positiva.

TODO POR EL CAFÉ, EL LABORATORIO

Jaime Gordillo.

Jaime Gordillo, jefe de Calidad de Producto de Puku Puku, nos permite visitar el laboratorio de la cafetería, donde analizan diversas muestras de café y realizan cursos de cata. «Lo que nos interesa es promover la cultura del café. Tenemos claro que el café peruano es muy bueno, pero lamentablemente el peruano no toma café. Somos pocos los que lo tomamos. Buscamos por ello generar una cultura de café. El taller de cata lo hemos creado para hacerle conocer a nuestros clientes y al público en general cómo debería ser el sabor de un café, cómo debe oler, cómo debe servirse. La primera pregunta es básica: ¿De dónde proviene? Queremos hacerle un recorrido característica, contarle los detalles». 

Para Gordillo, el interés por el café está creciendo y eso lo puede notar en que poco a poco la gente ya diferencia qué es un café especial. Es un proceso lento que avanza.

Silvana Pardo, administradora de la cadena, destaca que son emprendedores que trabajan con pequeños caficultores: «Nuestra razón de ser es el café. El emprendedor principal es productor. Viajamos, lo conocemos, pagamos un precio justo. Para que sea un café de calidad estamos pendientes de todo el proceso».

Pardo sostiene que desde 2015 hay un boom de cafeterías en Lima, lo cual es una buena señal: «Así como el pisco es nuestro producto bandera, el café apunta a eso».

En las cafeterías encontramos café de Pasco, de Santa Teresa (Cusco) o Huabal (Cajamarca), entre otros orígenes. El cliente siempre estará informado gracias a una amigable pizarra que anuncia al productor del día, y el nombre de la finca, así como las características del producto. Los baristas, con gran pasión por el café, siempre están dispuestos a orientar y dar pistas sobre el valor de esa taza que llega a la mesa para despertarte, acompañarte o recargarte de energía.

 

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