Yolanda Miraval, la caficultora que conoció el terror y sobrevivió para salir adelante en el Monzón

Fotos: Aura Guío

Yolanda Miraval es una mujer de una fortaleza que sorprende. Es fuerte, luchadora y perseverante. Hoy vive en el Valle del Monzón, Huánuco, rodeada de café. Pero sus peores días fueron en Aguaytía , cuando una columna de Sendero Luminoso le arrebató a su hija de cuatro años. No quiere recordar fechas ni detalles. Solo dice que no sabe si su niña está viva o muerta, que se la llevaron, que se la arrancaron de sus manos. Sus ojos se nublan, como de un viento oscuro. Es imposible no quebrarse, pero nosotras -la cronista y la fotógrafa- quedamos en shock, mientras ella repite que ahora todo ha cambiado, que el café ha sido lo mejor, y que, como muchos, tiene su pesadilla, su cruz, su dolor.

«El café me ha salvado», dice Yolanda. (Foto: Aura Guío)

La conocimos en plena premiación del III Concurso de Cafés Especiales del Valle del Monzón. Fue una de las 27 participantes, y aunque no salió en los diez primeros puestos, ella se siente contenta. «A mi café siempre le tengo fe», dice. En su fundo llamado Agua Dulce cultiva Caturra, Pache, Costa Rica, entre otras variedades.

En el caserío de Muchacapata Alta-Monzón , donde trabaja el café esta mujer ha encontrado razones para no rendirse luego de una vida marcada desde que nació y creció, sola, sin padres: «Soy huérfana, ni conocí a mis papás. Me he hecho sola. A los 13 años tuve mi pareja y mi primer hijo. No ha sido fácil. Ahora tengo tres hijos vivos, dos están en Lima, ya hacen su vida. Lo mío es el café».

Con el apoyo de Alianza CAFE, que es una iniciativa de USAID, ejecutada por TechnoServe y que cuenta con el apoyo de JDE, Yolanda ha logrado mejorar sus procesos de cosecha, empoderarse como mujer y encontrar maneras más eficaces para comercializar su café.

«El café es mi pasión», resalta. Y ahora su mirada es más dulce, deja los gestos duros que marcan su rostro, casi sonríe.

«El Monzón era pura violencia y ahora es paz. Se puede vivir del café. Antes yo cultivaba hoja de coca, eso era malo, ni riquezas me daba», relata. Y hace una pausa: «La hoja de coca solo nos causó dolor».

Yolanda Miraval cuenta que ella no ha tenido educación, que ni conoció el colegio, pero con humildad reconoce en sí misma una gran sabiduría: «Tengo inteligencia para el café, mucha dedicación también». Su café, de más de 83 puntos, es su más preciado tesoro, lo mejor de su vida. Lo único en su vida.

Periodista. Especialista en Comunicación Digital y Social Media. Directora de Clases de Periodismo, editora web de Perú21 y directora de La Ruta del Café Peruano. No me imagino la vida sin café. ➤ Soy especialista en Comunicación Digital y Marketing. He sido jurado de Experiencia (2018-2019-2022) del Concurso de Cafeterías de Lima organizado por la Cámara Peruana de Café y Cacao. Estudié barismo en Team Barista.

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