El café te sonríe por la mañana

Por Pablo Cermeño, autor de las novelas Norma y Diez años después de mi muerte

Hablar sobre café es algo que trae muchas emociones a mi cabeza. Tomo café desde que tengo uso de razón. Mamá me enviaba café ralo en la lonchera del colegio. En nuestro jardín había una planta de café, que mi padre tostaba y luego molía. En la cocina siempre nos acompañaba su aroma. Recuerdo a mis padres conversando por la tarde y los veo tomando café negro, cargado. Los lonches en casa de la tía Luz, el café azucarado en sus tazas de porcelana, el pan con mantequilla y el paté. El café te sonríe
por la mañana y el café te calienta en el frío de un velorio. El café es mucho más que una bebida, es parte de nosotros.


No tengo una rutina con el café, sino que está conmigo siempre. Al despertar, lo preparo en una prensa francesa y tomo una taza con Sandra, mi novia. En casa normalmente tenemos este Café 338, de Satipo/Junín, tostado claro, con aroma a frutos del bosque y caramelo. También, el Tunki o alguno de La Convención, Cusco.

Ya en el trabajo, en San Isidro, suelo tomar dos o tres tazas. En ocasiones, lo preparo en la oficina, también en una prensa. Pero, la mayoría de veces salgo a comprarlo, de paso que camino un poco y me distraigo. Hay muy buenas opciones. Está el Croissant& Caffe, que trabaja con café illy, me parece, que es una marca de café italiana muy buena. Compro un americano y un croissant de mermelada de frambuesa, ¡no saben lo
que es!
Johnny Rockets tiene un café muy bueno, también. No sé cuál es, pero me gusta bastante. Antes de la pandemia, iba a escribir allí y tomaba dos tazas. El lugar está ambientado en los años 50, me sentía dentro de alguna historia de Stephen King, que es mi escritor favorito. También voy al Starbucks, tienen rico café y sirven generosamente, además de ser todos muy amables.
De regreso a casa, puedo tomar una o dos tazas más, normalmente después de la cena. A veces con un postre, a veces solo. No tengo problemas con dormir luego del café.

He tomado café toda mi vida, no me quita el sueño. Lo tomo sin azúcar, cargado. Antes lo tomaba ralo y con mucha azúcar. Aprendí a disfrutar del sabor del café por Sandra, ella ama el café. Si le pones azúcar, eso enmascara el verdadero sabor. Tienes que tomarlo puro, es otra cosa.

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