Carmencita Torres: «Las mujeres caficultoras son lo máximo»

«Las mujeres caficulturas son lo máximo y definitivamente merecemos un reconocimiento por ese esfuerzo. Las mujeres de campo sí son unas tromes, ellas tienen mucha presencia en el proceso de post cosecha, son ellas las que lavan, despulpan y secan el café. y lo hacen porque quieren sacar adelante a su familia. A veces recuerdo a mi madre cuando decía, “lo dejo todo y me voy al campo por mi café”, dice Carmencita Torres Ampuero, dueña de la primera cafetería de cafés especiales en Rodríguez de Mendoza, en Amazonas

Mientras nos prepara un Chemex, a pleno sol amazonense, relata que salió de Rodríguez de Mendoza con la sola idea de educarse como ingeniera agrónoma en la Universidad Nacional Agraria La Molina.: «Yo salí y dije; estudio y regreso al toque, como agrónoma nunca me imaginé trabajar en Lima. La chacra de mi papá se llama La Estancia y queda a dos horas de Rodríguez de Mendoza, en Omia. Ahí tenemos variedades como Catimor, Caturra y nuestras primeras cosechas de Geisha. Fue recién, cuando regresamos de Lima, que empezamos a renovar los cafetales a pesar del costo«. Ella y su hermano crearon este acogedor espacio.

Carmencita, agrónoma con especialidad en fermentación controlada del café y mujer caficultura, no solo es dueña de Coffee House, la primera cafetería de especialidad. A sus 32 años ya fue dirigente y parte de la organización de la Cooperativa Agraria y Forestal Del Valle de Guayabamba, que busca hacer crecer a los productores en la venta de exportación del café de especialidad. Con cafés de entre 86 y 88 puntos en taza, exporta a Suiza microlotes de 2 a 3 veces al año. Con los vacitos ya servidos, frente a la plaza principal de Rodríguez de Mendoza, enumera parte de sus objetivos como mujer del campo: “Nosotros queremos llegar en mayor volumen al extranjero, porque si bien es cierto vendemos café tostado hace más de 10 años, no suficiente para sustentar a una familia, a pesar de que el consumo del café peruano ha crecido. Creo que el trato directo con el productor se debe promover aún más”.

El Chemex nos sigue abasteciendo de café poderoso y mientras Carmencita observa con orgullo el logo de su cafetería “Coffee House” no sigue revelando datos preciados de su pasado cafetero, “De mi infancia con el café recuerdo que era un chambón.  Antes todo era más difícil, si llovía o si soleaba había que mover al café. El café requiere un esfuerzo físico enorme, la recolección es manual, grano a grano y eso toma más tiempo. Muchos productores al no ver plasmado un buen reconocimiento económico en su trabajo prefieren recolectar todo por igual y es ahí donde radica el desequilibrio en su calidad. Por ejemplo, mi mamá fue dirigente de una organización de un comité femenino y recuerdo, que ella en sus reportajes sacaba cara por el café, pero siendo sinceros, solo el café no nos hubiera podido educar a tres hijos”

Con los vasos vacíos y la emoción como flor de café, Carmencita se anima a revelar parte de sus sueños como mujer cafetalera, madre de dos niños y heredera de un gran conocimiento de manejo de café, “Con la cafetería queremos llegar a más público para que nuestra marca sea reconocida y esto, definitivamente, también es un homenaje al esfuerzo de mi papá porque él se dedica íntegramente a la parte de la producción de café. Pero es necesario reconocer que otras familias necesitan este tipo de oportunidades y no necesariamente a través de una marca de café . Requiere de una organización que realmente se preocupe y se forme por productores”.

La cafetería se ha ganado su espacio, e incluye métodos como el V60 o Chemex, pero los chilcanos de café son muy solicitados.

Llega el momento de entregar los vacitos, ya sin café, y Carmencita nos despide con dos bolsitas de café y una linda lección: “Somos una provincia productora de café y todo el mundo dice; tenemos un buen café, pero la gente acá no toma un buen café. Por eso queremos culturizar a la población en la preparación de métodos y en el buen servicio

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