Los caficultores no olvidan la calamidad que dejó la roya en el 2013

La implementación de buenas prácticas en la fertilización y plantación del café puede llegar a controlar el ataque de plagas. Foto: Aura Guío.

En el año 2013, los caficultores peruanos atravesaron una de las épocas más duras en sus fincas y en sus vidas. El ataque de la roya y la broca, dos de las enfermedades más temidas por los productores de café. Una lesión de la roya afecta entre tres y cinco meses las plantaciones porque produce 150.000 uredoesporas (Esporas generadas a partir del hongo). En ese año, la roya del café causó daños importantes en el Perú, pérdidas que destruyeron hasta el 50% de la cosecha. La situación llevó a los agricultores a protestar en las calles pidiendo ayuda al Gobierno. Así lo relata una investigación de la época emitida por la Universidad Nacional Agraria La Molina.

La roya se superó en ese año, finalmente. Pero la amenaza persiste.

La reincidencia de plagas es una muestra de la necesidad de articular políticas públicas, advierten los expertos. Falta de previsión y de no haber aprendido la lección es algo que preocupa. No es posible que en menos de una década tengamos dos veces la misma plaga. El Plan Nacional de Acción del Café tiene aquí un reto clave.

Calamidad en las fincas

Gerardo Medina, de La Alianza para el Café Sostenible y Competitivo, recuerda con severidad que el ataque de la roya, en el año 2013, dejó muchas fincas devastadas y sin producción, especialmente en la selva central. Este suceso implicó muchas plantaciones muertas y el café, en diferentes zonas, tuvo que reemplazarse por sembríos de kión y otros productos. Las variedades más atacadas, afirma, fueron las de porte alto, como la Typica, pero en general el ataque fue a la mayor parte de plantaciones de café.

El ciclo de la plaga: Roya Amarilla.

Edith Meza de Finca Tasta -quien ofrece hoy al mercado cafés de hasta 94 puntos- tuvo una perdida de casi el 60% de su producción. ¿Qué hizo? Consultó a un ingeniero de Costa Rica para así poder implementar mejores manejos en sus hectáreas de café y controlar el ataque de plagas como la roya, La broca y el llamado ojo de pollo. Para la productora, no existe una variedad más resistente que otra. Considera que depende de cada zona, por ejemplo en Yailla, donde se ubica la finca, las variedades más resistentes son los Catimores, Limaníes , Castillo y Catuaí rojos y amarillos.

Edith Meza, de la Finca Tasta en Satipo. (Foto: Aura Guío)

Para Medina, de La Alianza para el Café Sostenible y Competitivo, la principal preocupación radica, que en la reunión del Consejo Nacional del Café se mencionó que el 82 % de las muestras evaluadas en las fincas es Catimor: «Esto es peligroso dentro del Parque Cafetero porque reduce la base genética, esto significa que nos hemos hecho dependientes de una sola variedad debido al temor de la roya. Reducir la base genética no significa que no exista el peligro de plaga, sin embargo sí existen otra opciones para combatirla» agregó.

Según últimas estadísticas de SENASA, citadas por Medina, en la actualidad, la roya se encuentra presente en el 20 % de plantaciones de café a nivel nacional seguida por el ojo de pollo. En el 2021, las 5 principales plagas en el parque cafetalero son: La roya, El ojo de pollo, La broca, la cercosfora y el minador de hoja

Cafeto en floración

La Broca, el perforador de granos: Se trata de un gorgojo que infecta el grano, lo perfora y lo malogra. Se presenta en todas las zonas productoras, sobre todo en aquellas por debajo de los 1,200 msnm. Solo esta plaga sería responsable de que se pierdan 300 mil quintales de café por año, un 5% de la producción nacional en el escenario más conservador, de acuerdo con la Junta Nacional del Café.

Producción de café en la cooperativa Cocla. (Foto: Aura Guío)

Victor Franco Falcón, productor del fundo Canaán desde hace varias años en Chanchamayo – quien además maneja planes de reforestación y cuidado del medio ambiente en su finca- comenta que si bien la crisis que ocasionó la roya cambió completamente el panorama del manejo de la fincas (se incorporaron varietales resistentes, se buscó mayor control en las labores culturales) sirvió como impulso para que varios pequeños y medianos productores dieran el paso a un manejo más empresarial, incorporando la tecnología, las labores culturales como el abonamiento, la limpieza de maleza, el manejo de sombras y la raspa.

«Acordémonos de que muchos agricultores tenían la idea de una caficultura de recolección y de solo hacer las labores culturales en las épocas cercanas a la cosecha. Otro punto importante fue ver la posibilidad de productos alternos al café y que este deje de ser la única fuente de ingreso. Empezó el impulso de la reforestación», dice.

Víctor Franco Falcón en su fundo ubicado en Chanchamayo. (Foto: Aura Guío)

Los productores al no tener un buen plan de fertilización le están negando a la planta una nutrición equilibrada y esto la hace más susceptible al ataque de plagas. Por esta razón, tiene que existir un buen manejo en la plantación, por ejemplo, mayor aereación y distanciamiento entre las hileras de café. También sugieren los expertos la implementación de la poda de las plantas de café y los árboles de sombra, agrega Medina, quien asegura que si se implementan buenas prácticas se puede llegar a controlar el ataque de la roya de tal manera que no llegue al punto de afectar el plano económico.

Recordemos que El Plan Nacional de Acción del Café Peruano (PNA-Café) tiene como prioridad el crecimiento económico, equitativo, competitivo y sostenible; y considera el lineamiento prioritario de fomentar la competitividad basada en las potencialidades de desarrollo económico de cada territorio, facilitando su articulación al mercado nacional e internacional, asegurando el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales y del patrimonio cultural.

El Estado declara que ha gastado 186 millones de soles en café, de los cuales 7 y más se han ido en sanidad ¿es suficiente? ¿está bien gastado? Queda claro que debemos pasar del diagnóstico a la acción. Y sobretodo, cambiar inercias.

Desde el lado de la Cámara Peruana de Café y Cacao nos dicen que pese a estos obvios problemas, productores, empresas y cooperativas siguen apostando por este producto. Así, más allá de la luna de miel de los precios, hay un sector privado que apuesta por este cultivo, pero que no puede suplir servicios estratégicos que en la mayoría de países son asumidos por Estado.

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