HARRY NEIRA: «El café me ha convertido en una mejor persona»

Fotos: Fabiola Valle

En Neira Café Lab de la calle Enrique Palacios, en Miraflores, suena los Rolling Stones. Una pared color naranja de fondo que simula llamaradas de fuego, el buen aroma a café tostado y Harry Neira dándole vuelta a su taza de café son una buena señal para iniciar la entrevista. 

Todos hablan de su éxito como barista, catador, tostador y fundador de tres cafeterías de especialidad, dos en Miraflores y una San Isidro. Pocos saben lo que al joven de San Juan de Lurigancho le costó para posicionarse con éxito en el mundo cafetalero. 

A Harry se le iluminan los ojos cuando habla de la calidad, crecimiento, rentabilidad del café y de su remodelado local pero también cuando recuerda lo que tuvo que luchar para lograr el puesto que tiene hoy ganado. 

“Trabajé desde los 14 años: Empecé limpiándole el carro a mi tío y luego estuve en un almacén descargando cajas de mayólicas en la av. Wiesse a cambio de 10 ‘luquitas’ al día. La situación económica en mi casa era complicada. ¡No había, pues!. Y cuando acabé el ‘cole’ trabajé como mozo en el restaurante de una tía que quedaba en el Mercado Santa Rosa. El camino era duro, pero tenía que hacer algo en la vida y chambeaba nomás. Sabía que ese momento llegaría”, recuerda con nostalgia. 

Sus ganas de comerse al mundo nunca se detuvieron y estudió gastronomía. Sus primeras prácticas las consiguió en el restaurante la Rosa Náutica y su tarea era picar costales de cebollas y ajos. “Era lo que había, a papá lo sacaron de la chamba y no quedaba otra”.

La oportunidad llegó. A los 18 años, hizo prácticas en una cafetería y desde ese momento hizo ‘clic’ con el café. Todo el proceso, lo trasladó a sus raíces piuranas. Al ver una moledora, recordó cómo su abuela preparaba el café con batán y nueve años después, a los 27 años, abrió su primera cafetería. Hoy a los 33 años ya tiene tres locales y ha logrado posicionarse en este mundo del café.

Neira, se ha dedicado estos últimos años a proponer un camino diferente y creativo para visibilizar nuestro producto bandera. Con trabajo e ingenio, su cafetería le ha ganado la batalla a la pandemia y hoy estamos frente a uno de los jóvenes más exitosos en este rubro, pero no hay arrogancia en sus declaraciones, hay mucha experiencia y sabiduría. 

¿Cuál es su balance del mundo cafetalero en lo que va del año?

Ha sido un año de recomponer muchas cosas porque la pandemia nos dejó golpeados. Sin embargo, luego hubo un efecto rebote. La gente volvió con fuerza y en ese retorno hemos tenido que entender que existe una nueva normalidad. La gente está mucho más curiosa porque durante ese tiempo se dieron el tiempo de explorar nuevos orígenes y métodos de café. Ello ha permitido abrir una puerta y encontrar una diversidad de cafés y hacerlos suyos. Se han enganchado y el consumo está en ascenso, superaremos la cifra de años anteriores. Nos estamos preparando para este crecimiento que es constante.

Constantemente se inauguran nuevas cafeterías… ¿es buena señal?

Con el transcurrir del tiempo, la gente se engancha cada vez más y un indicador importante es la cantidad de cafeterías que están abriendo y les está yendo muy bien. Hay un mercado amplio por seguir conquistando. Lo que está pasando en Lima no lo he visto en otra ciudad de Latinoamérica. Además, nuestras cafeterías son de alto nivel y tienen variedad. Para los jóvenes que están en el teléfono todo el tiempo el café es algo cool, algo aspiracional y también están tomando café. Eso impulsa a ganar nuevos clientes. Por ello, eso es un indicador claro que el consumo está aumentando en aproximadamente un 20% en lo que va del año.

¿La clave del éxito para que una cafetería funcione?

La preparación es importante. No basta con que haya dos baristas buenos, también se necesita un financiero. Es importante que los jóvenes escuchen y se dejen guiar por los que tienen más experiencia. La humildad es importante. En una época también me desubique, pero tuve buenos amigos que me corrigieron. Muchas veces me han dicho ‘no me gusta tu café’.. En ese caso, lo que hago es decirles te hago otro y busco hacerlos feliz, aunque no vaya con los estándares de un buen café. Lo mejor no es ponerse purista, lo mejor es hacerlos feliz con una taza a su gusto.

Hábleme de la calidad del café peruano…

El crecimiento es notable. Algo clave, es que los jóvenes están tomando acción en las fincas porque actividades como la taza de excelencia los emociona y se involucran con sus padres y sacan sus microlotes, sacan su marca e inauguran su cafetería con métodos en sus regiones.  

¿En el café peruano aún hay mucho por excavar? 

Claro que sí, nuevos sabores, variedades y zonas. Cuando el café llegue a acercarse más a la gastronomía y al turismo se generarán muchas oportunidades para los jóvenes. El turista se despierta con café peruano y busca tomarse uno de buena calidad porque vienen de países donde sí hay cafeterías de especialidad. 

¿Cómo mejorar la difusión del café en el Perú?

Se tiene que realizar un cambio estructural. Siempre nos preguntamos, ¿qué falta para que un campeón llegue a un nivel más alto en la competencia? Propondría que los organizadores de las ferias convoquen a todos los campeones y que hagan una retroalimentación y que involucren al Gobierno pese a su burocracia. No nos falta talento ni producto, lo que nos falta es gestión para mejorar la planificación de las actividades que se realizan en torno al café peruano. Además, es importante escucharnos, hay mucha división y cada uno tira para su lado. También debemos incluir a las nuevas generaciones.

¿Qué se viene en 2023?

Es un año de reestructuración para mejorar la calidad y el servicio. A medida que entendamos que el café transciende una taza, el Perú será potencia. Algo así como lo que hizo Gastón Acurio con la gastronomía. Hoy, no nos para nadie. 

Ya está varios años en el mundo del café, ¿qué le ha dejado?

El café me ha convertido en una mejor persona, a hacer más asertivo y a tomar decisiones difíciles. Cuando recién comencé me la pasaba 24/7 en la cafetería, poco a poco he ido entendiendo que también necesito un espacio para mí y hoy que vivo cerca del malecón de Miraflores hago un poco de bicicleta o salgo a correr. La tensión y estrés que tenía antes cuando abría un negocio ya pasó. Ahora, lo tomo de manera estratégica. El propósito de Neira es llevar el café peruano al mundo y para ello tenemos que prepararnos. 

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