El café tocó la puerta de los Moscol. Y nada volvería a ser como antes. Todo empezó hace más de 20 años, y ni siquiera habían imaginado que su pequeño negocio de serigrafía terminaría por convertirse en pieza clave para la cadena cafetera en el Perú.

La historia la cuenta Miguel Moscol, dueño y gerente, un hombre sencillo de 54 años, apasionado con su trabajo. Esta mañana, como todas, empieza con una taza de café. Hoy, casualmente, el café es de Canchaque, Piura, su tierra.

Era finales de los 80 y comienzos de los 90. Ofrecían trabajos de serigrafía a empresas de publicidad. Un día tocaron su puerta para invitarlo a una planta de Café Santa Rita. La ocasión fue la oportunidad para conocer el proceso de traslado del grano.

«Nos insertamos en la cadena cafetalera como marcadores de saco, así nos conocían entonces», recuerda Miguel, de 54 años. Su buen trabajo llamó la atención. Eran tiempos de beeper y de locutorios telefónicos, donde Miguel y su hermano Manuel esperaban las llamadas de los clientes.

La familia Moscol sabía poco de café. La madre tostaba el café en olla, y lo filtraba con afán. «Fue una aventura hermosa entrar en este mundo. La tecnología ha cambiado, y el escenario también, y seguimos adelante», comenta Miguel, en cuya empresa trabajan 11 personas.

Los sacos de yute identifican el café a nivel global para la exportación y el circuito local. El material es importado de la India, lo entregan co certificado food grade y declaración jurada para el régimen Drawback.

Para los Moscol, lo fundamental ha sido las «ganas y pasión», y pensar siempre en el cliente: «Esa ha sido mi fórmula para estar vigente, incluso ahora en tiempos de pandemia, donde hemos mantenido a nuestra gente ocupada. Cuando un cliente me dice ‘qué bonito’, yo lo siento como el mejor pago».

Además de sacos hoy fabrican bolsos de tocuyo, saquitos para regalos estampados a full color, o bordados; y las conocidas bolsas de Fibra Notex, elaboradas con fibra biodegradable y acabados en termosellado, impresas con el logo de la institución (cliente) y pinturas libres de contaminantes como fetalatos y metales pesados: «Somos conscientes del daño que estos compuestos le hacen al medio ambiente y creemos que somos responsables de apoyar a la preservación del ambiente. Al final todos vivimos en el mismo planeta y debemos cuidar nuestra casa».

LA RUTA CAFETALERA

Gracias a nuestro producto bandera, Moscol reconoce que ha tenido la oportunidad de hacer su propia ruta cafetalera. «La participación en eventos y ferias nos ha permitido conocer todo el país, y ver la evolución del café», dice. Su hija es su mano derecha. Su voz ahora se matiza de orgullo.

-Nosotros hicimos nuestra ruta cafetalera, con la participación en la primera Ficafé que se realizó en Satipo. Luego el Festicafé de Pichanaki, las Expocafe desde 2013, la Expoamazonica desde cuando se realizó en Tingo María… No dejamos de asistir a los eventos que se desarrollan en todo el país, por lo que tenemos la llamada ‘ruta cafetera de Moscol’.

Moscol considera su trabajo como una bendición. Y no deja de elogiar lo que ha evolucionado la producción y el consumo de café, la competencia que hay en el mercado, la tecnología (pasó del beeper a cotizar en línea los pedidos y tener presencia en redes sociales), los procesos de calidad y el cuidado del medio ambiente.

Todo gracias a esa puerta que se abrió por el café peruano.